Cuando se trata de gases de efecto invernadero, el dióxido de carbono suele recibir toda la atención. Pero numerosos estudios demuestran que la reducción del metano es más crucial para abordar el cambio climático.
Recientemente, los EE. UU. Y la Unión Europea han lanzado el Compromiso Global de Metano que pide a 17 países que reduzcan las emisiones de metano en un tercio para 2030.
Un informe reciente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) revela que la reducción del metano es crucial para mitigar el cambio climático. Esto hace que la promesa sea especialmente oportuna, ya que en el año 2020 se registró el mayor aumento registrado en las emisiones de metano.
Echemos un vistazo más de cerca a cómo se produce el metano y cómo podemos reducir las emisiones.
¿Por qué el metano?
El metano es el segundo gas de efecto invernadero más prevalente, después del dióxido de carbono (CO2). También permanece en la atmósfera por mucho menos tiempo, menos de 25 años. Compare eso con el CO2, que puede permanecer en la atmósfera hasta por 1000 años.
Sin embargo, reducir las emisiones de metano es la mejor manera que tenemos actualmente para contrarrestar el calentamiento global. En su corto período en la atmósfera terrestre, el metano atrapa 85 veces más calor que el dióxido de carbono.
En comparación con el CO2, el metano es también un absorbente más fuerte de la radiación infrarroja del sol que calienta la tierra, lo que tiene impactos adversos en el clima, la salud pública y la agricultura. La reducción de las emisiones de metano podría ayudar a mitigar los riesgos climáticos, como el aumento del nivel del mar, la pérdida de cultivos y las condiciones climáticas extremas.
¿De dónde viene el metano?
Las emisiones de metano pueden provenir de fuentes naturales, como vegetación en descomposición y microbios productores de metano. Sin embargo, las actividades humanas contribuyen al 60% de la producción mundial de metano, desde la industria del petróleo y el gas hasta los vertederos y la agricultura animal.
Los pozos de petróleo abandonados y desconectados y las tuberías de gas con fugas son fuentes importantes de metano. Además, un gran aumento en las emisiones globales de metano se remonta al auge del fracking que comenzó en 2008. El fracking es un método de extracción de petróleo y gas mediante el bombeo subterráneo de líquido a alta presión en las rocas.
Los vertederos contienen grandes cantidades de desechos orgánicos, que generan metano al descomponerse. La ganadería también representa aproximadamente el 37% de las emisiones de metano. El ganado, como las vacas y las cabras, libera metano durante la digestión y de su estiércol.
¿Cómo podemos reducir las emisiones de metano?
Una estrategia para controlar las emisiones de metano es capturar el gas en su fuente y utilizarlo como combustible. Esta técnica se puede emplear en vertederos y pozos de petróleo.
Otra forma de frenar las emisiones es taponar los pozos de petróleo abandonados y taponar las tuberías de gas con fugas. Por último, se están desarrollando fuentes de energía más limpias, lo que reduce nuestra dependencia del petróleo y el gas, lo que también limita la producción de metano.
En nuestros hogares, limitar nuestro consumo de carne y productos lácteos puede ayudar a reducir la liberación de gases tóxicos de la agricultura animal.
Una Evaluación Global de Metano realizada en mayo reveló que las emisiones humanas de metano se pueden reducir hasta en un 45% para 2030 y nos permiten mantener los aumentos de temperatura global dentro del objetivo del Acuerdo de París de 1,5 ° C.
En última instancia, el compromiso global de metano es un paso en la dirección correcta. Muchas de las principales naciones emisoras de metano, como Argentina, Ghana, Indonesia, México, el Reino Unido y otras, se han unido para apoyar esta promesa.
Fuentes: NASA, NOAA, National Geographic, BBC, Washington Post, Scientific American