Fukushima: diez años después

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El 11 de marzo de 2011, la costa noreste de Japón fue sacudida por un terremoto de magnitud 9,0, el más grave en la historia del país. En 40 minutos, los temblores siniestros provocaron un tsunami masivo, que arrasó la costa y causó un daño incalculable a la planta nuclear de Fukushima Daiichi.

A raíz de los dos desastres naturales, murieron más de 15.000 personas. Casi medio millón de residentes se vieron obligados a evacuar sus hogares.

Una década después de ese fatídico día, la gente de todo Japón celebró una vigilia silenciosa por los perdidos, mientras se realizaba un servicio conmemorativo nacional en Tokio.

Fukushima: diez años después

En la prefectura de Fukushima, quedan muchos de los restos abandonados.

Las malezas cubren áreas residenciales que alguna vez fueron prósperas, mientras que el metal oxidado, las ventanas rotas y las casas arruinadas sirven como un recordatorio de la devastación. Un malecón serpenteante, construido para disuadir futuros tsunamis, atraviesa la costa.

Aunque ciertas áreas han sido descontaminadas lo suficiente como para que las visiten turistas en busca de emociones, Fukushima se ha convertido en una ciudad fantasma destrozada. Los residentes de esta ciudad tienen cicatrices emocionales y temen la radiación persistente. Se han establecido en otros lugares de Japón y solo unos pocos han regresado a pesar de la promoción y los incentivos del gobierno.

Incluso más allá del radio de evacuación de 12 millas alrededor de la planta nuclear, miles de hectáreas de tierra permanecen selladas, y dentro de las ruinas de la planta nuclear, la radiación tóxica aún arde sin llama.

Restaurando Fukushima

La Compañía de Energía Eléctrica de Tokio (TEPCO), operadora de la planta Fukushima Daichii, ha sido acusada en Japón de su manejo del desastre nuclear. En un país que alguna vez se dedicó a la energía nuclear, Fukushima cambió en gran medida la marea de la opinión pública en su contra.

Aunque la energía nuclear es una fuente de energía mucho más limpia que los combustibles fósiles, produce desechos radiactivos como subproducto. Esto no se puede eliminar fácilmente y podría tener un impacto drástico en el medio ambiente circundante si se filtra. Si bien TEPCO ha realizado esfuerzos de limpieza masivos, con el gobierno japonés estableciendo una meta de 30 a 40 años para la descontaminación completa, los críticos han dicho que esta estimación es demasiado optimista. Solo una muerte conocida ha ocurrido debido a la radiación, pero las 500.000 toneladas de desechos radiactivos que persisten son más que alarmantes. En realidad, el futuro de Fukushima sigue siendo incierto.

TEPCO continúa eliminando el suelo contaminado de las áreas residenciales, con sacos de plástico negro que manchan el paisaje devastado.

El agua radiactiva de la planta nuclear se ha almacenado en tanques y las autoridades tienen dificultades para eliminarla. Aunque la mayoría de las sustancias tóxicas se han purgado, el agua de enfriamiento todavía contiene tritio, una forma radiactiva de hidrógeno. Además, la eliminación de los reactores nucleares rotos ha resultado ser más difícil de lo que se pensaba originalmente, incluso con la ayuda de pequeños robots.

El informe también enfatiza la importancia de la ubicación de la planta, ya que Fukushima se construyó en un área propensa a terremotos. Al igual que toda la tecnología es vulnerable a los riesgos, la energía nuclear no debería tener toda la culpa. Quién sabe que los desarrollos futuros en la industria pueden conducir a nuevas innovaciones y una perspectiva más esperanzadora para Fukushima.

Fuentes: NY Times, BBC, Reuters, Time, MIT