Después de más de una década de negociaciones, los países miembros de las Naciones Unidas llegaron a un acuerdo innovador para proteger la biodiversidad de los océanos del mundo.
La carta, que se conoce como el Tratado de Alta Mar de la ONU, aborda específicamente la conservación de la vida marina en los océanos que se clasifican como aguas internacionales (alta mar).
Protegiendo la alta mar
Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), “los países costeros generalmente controlan las 200 millas náuticas del océano, es decir, la columna de agua y el lecho marino que se extiende desde sus costas”.
Con océanos que cubren más de dos tercios de nuestro planeta, todavía hay decenas de millones de millas cuadradas de océano que no están bajo la jurisdicción de ningún nation.
Estas aguas contienen una gran cantidad de vida marina, desde fitoplancton y arrecifes de coral hasta ballenas, tiburones e innumerables otras criaturas únicas que aún son un misterio para nosotros. Sin embargo, estas criaturas marinas que viven fuera de las zonas acuáticas protegidas corren un mayor riesgo, ya que las leyes ambientales no se aplican a las aguas no controladas.
Las actividades provocadas por el hombre, como la minería en aguas profundas, la pesca excesiva y la contaminación, se están convirtiendo en los principales peligros para la vida acuática en alta mar. Además, con la quema de combustibles fósiles que provoca un aumento de las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera, los océanos están absorbiendo la friolera del 30% de estos gases. Un aumento de CO2 en los océanos puede hacer que las aguas se vuelvan más ácidas, lo que es potencialmente letal para muchas criaturas marinas.
Aunque ha habido intentos previos de establecer una legislación internacional para proteger la vida en alta mar, las leyes son bastante laxas con respecto al tratamiento del impacto acumulativo de la actividad humana.
Un nuevo futuro para los océanos
Aunque finalmente se firmó el Tratado, tomó más de 36 horas de deliberación en la sede de la ONU en Nueva York.
Hubo algunos puntos clave de controversia que retrasaron las conversaciones, incluida la ubicación de las áreas de conservación, cómo distribuir los derechos de minería y pesca y, lo que es más controvertido, qué entidad se beneficiaría de las posibles curas genéticas encontradas en alta mar.
El objetivo principal del tratado era declarar la alta mar como áreas protegidas. Esto también logrará el objetivo de proteger el 30% de los océanos del mundo, una meta establecida en la Conferencia de Biodiversidad de la ONU de 2022. Junto con un consenso sobre el intercambio de curas genéticas que se encuentran en los océanos, el tratado también requiere evaluaciones de impacto ambiental para regular actividades como la minería.
Las naciones en desarrollo argumentan que no deberían estar sujetas a las mismas restricciones para las actividades en aguas profundas que las naciones más ricas que han explotado las aguas hasta ahora. No obstante, reconocen, existe la necesidad de evitar que los países empeoren la condición de los océanos.
Mientras tanto, las organizaciones ambientales, como Greenpeace, saludan el tratado como una “victoria monumental para la protección de los océanos”, pero dicen que queda mucho por hacer para implementarlo.
Fuentes: NYTimes, BBC, NOAA, IUCN