¿La contaminación del aire está afectando a las abejas?

Nov 5, 2024 By Lauren T, Translated by Dra. Rosita Puig Diaz
Anonymous's picture

El cambio climático, la pérdida de hábitat, los productos químicos agrícolas… no faltan amenazas para los insectos. Con una marcada disminución de las poblaciones, muchos de ellos corren un alto riesgo de extinción. Las abejas no son una excepción.

Investigaciones recientes sugieren que la contaminación del aire está dificultando a las abejas la polinización de las flores. Estos insectos, expertos en olfato, pueden navegar por un complejo paisaje de olores y localizar néctar y polen, pero los contaminantes del aire están alterando este proceso.

Veamos más de cerca cómo las abejas detectan los olores y cómo los contaminantes les impiden polinizar las flores.

¡Los poderosos detectores de olores de la naturaleza!

Para entender por qué la detección de olores es tan importante para las abejas, primero debemos comprender la compleja relación simbiótica entre las plantas y los polinizadores.

La polinización es el proceso mediante el cual el polen, los gametos reproductivos de las plantas, se transfiere a otra planta o a otra parte de la misma planta. Por lo tanto, el polen es crucial para la reproducción de las plantas.

Los polinizadores desempeñan un papel importante para que esto sea posible. Sin embargo, los polinizadores están más interesados ​​en el polen como fuente de alimento y como indicio de la presencia de un néctar delicioso y dulce. Pero las plantas no pueden permitirse el lujo de que las abejas consuman todo su polen. Por eso, las flores suelen tener formaciones únicas para ocultar el polen y desafiar a las abejas hambrientas.

Sin embargo, el polen no puede estar demasiado bien escondido, después de todo, ningún insecto sería capaz de polinizar la planta. Muchas plantas proporcionan “pistas” que pueden atraer a la cantidad justa de polinizadores. A su vez, las abejas se han vuelto expertas en captar las pistas sutiles de las flores y localizar el polen.

Las abejas son expertas en detectar estas pistas de varias formas fascinantes. Algunas plantas, por ejemplo, coordinan el color de sus flores con el momento en que las reservas de polen y néctar son más abundantes. Otras plantas tienen “guías de néctar” especiales que crean un camino en el espectro ultravioleta de la luz para que lo sigan los polinizadores.

Las abejas prestan atención al color y la luz, y además de eso, ¡incluso detectan los campos eléctricos que rodean las flores! Pero, sobre todo, las abejas y otros polinizadores poseen una capacidad notable para “oler” los compuestos químicos emitidos por las flores. Mientras buscan alimento, las abejas siguen los rastros de compuestos químicos aromáticos emitidos por las flores.

Una vez que las abejas descubren fuentes particularmente abundantes de néctar y polen, pueden recordar estos lugares por la fragancia única de cada planta.

Impacto de la contaminación del aire

Los científicos James Ryalls, Robbie Girling y sus colegas de la Universidad de Reading realizaron un estudio para determinar cómo los diferentes contaminantes afectaban a los polinizadores. En su experimento controlado, se expusieron áreas de plantas de mostaza negra a tuberías que liberaban ozono y óxidos de nitrógeno, contaminantes comunes producidos por automóviles y centrales eléctricas. Otras áreas sirvieron como controles, con tuberías que liberaban aire normal, no contaminado.

Durante los veranos de 2018 y 2019, los científicos observaron las plantas de mostaza y registraron la cantidad de polinizadores que las visitaban. Los resultados fueron asombrosos.

Las zonas contaminadas recibieron sustancialmente menos visitantes de insectos que las zonas no contaminadas, ¡una reducción de hasta el 70%! Las flores contaminadas también recibieron un 90% menos de visitas en general. Aunque las plantas de mostaza negra pueden autopolinizarse, la polinización exitosa en las zonas contaminadas disminuyó entre un 14 y un 31 por ciento.

Sin embargo, lo que más sorprendió a los científicos fue que no se presentaron niveles peligrosos de contaminación en el experimento. De hecho, la concentración de contaminantes utilizada fue incluso inferior a la que las regulaciones estadounidenses consideran segura.

Para investigar más a fondo, los científicos utilizaron un túnel de viento especial para examinar los efectos de los contaminantes en los aromas florales. El túnel se llenó con ozono y un dispositivo que liberaba aromas florales sintéticos. Utilizando detectores químicos, los científicos descubrieron que el ozono degradaba activamente los aromas florales. El ozono no solo acortaba la distancia recorrida por los compuestos florales simulados, sino que también eliminaba algunos de ellos por completo.

Luego, los científicos pusieron a prueba a abejas melíferas entrenadas. Estas abejas habían sido condicionadas para que sacaran sus probóscides, u órganos similares a lenguas, cuando detectaran el aroma floral. Cuando los científicos colocaron a las abejas a diferentes distancias del aroma degradado por el ozono, solo un pequeño porcentaje de los insectos pudo identificarlo.

La capacidad de las abejas para oler el aroma también disminuyó a medida que aumentaba la distancia de la fuente. A una distancia de 6 metros, el 32 por ciento de las abejas pudo detectar el aroma, pero a 12 metros, solo pudo hacerlo el 10 por ciento.

Los polinizadores son cruciales para nuestros ecosistemas. Aproximadamente el 75 por ciento de los alimentos del mundo no se pueden cultivar sin ellos. Los hallazgos de esta investigación son, por lo tanto, un conmovedor recordatorio de que debemos cuidar a estas diminutas criaturas.

Fuentes: LiveScience, Atlantic, Science.org, BBC, WSJ, Mother Jones