¿Sabías que las pistas sobre la actividad humana centenaria se encuentran congeladas en las profundidades de ... la Antártida?
Los investigadores encontraron recientemente rastros de incendios provocados por el pueblo maorí, algunos de los primeros habitantes de Nueva Zelanda, en forma de hollín, en las profundidades de los núcleos de hielo en el continente deshabitado de la Antártida.
Los núcleos de hielo son una importante máquina del tiempo en el pasado, que ayudan a los científicos a determinar todo acerca de un cierto período de tiempo, desde la temperatura hasta los patrones de viento e incluso las erupciones volcánicas.
Utilizando tecnología avanzada, los científicos pudieron examinar el contenido de seis grandes núcleos de hielo de la Antártida y trazar un mapa del impacto ambiental de los maoríes.
Núcleos de hielo: historia congelada
Los núcleos de hielo son cilindros de hielo que se extraen de las capas de hielo y los glaciares. De manera similar a cómo los anillos de los árboles pueden darnos información clave sobre el período de tiempo en el que vivió el árbol, las partículas y los productos químicos en cada capa de un núcleo de hielo pueden informarnos sobre el período de tiempo al que corresponde
A partir de 2008, los científicos Joseph McConnell, Nathan Chellman y Robert Mulvaney, junto con su equipo, comenzaron a extraer y analizar seis grandes núcleos de hielo de la Antártida. Los científicos derritieron los núcleos de hielo y los convirtieron en un aerosol o en finas gotas en el aire. Estas gotas se pasaron luego a través de un láser. El láser hizo que las partículas de hollín se calentaran y brillaran. Luego, el equipo pudo medir la incandescencia de las partículas, en otras palabras, el grado en que emitían luz.
El equipo repitió el proceso para determinar la velocidad a la que las partículas de hollín caían sobre la Antártida durante miles de años. Descubrieron que dos de los núcleos de hielo perforados en la isla James Ross mostraban un aumento inusual en la tasa de hollín a partir de fines del siglo XIII.
Sorprendido por el descubrimiento, el equipo utilizó modelos atmosféricos para concluir que el misterioso hollín debe haber venido de algunos lugares: Nueva Zelanda, Tasmania y la Patagonia austral.
Los secretos del hollín
Después de comparar las partículas de hollín con los registros de carbón, los científicos se concentraron en Nueva Zelanda. Una vez que confirmaron el origen del hollín, el equipo propuso que el aumento del hollín coincidiera con la llegada de un grupo nativo conocido como los maoríes.
Los maoríes, al igual que otros grupos indígenas de la época, usaban el fuego para una variedad de usos. Es posible que los maoríes hayan utilizado el fuego para despejar los densos bosques de Nueva Zelanda, abriendo espacio para los viajes y la agricultura. Además de cultivar cultivos como el taro y el ñame, los maoríes también pueden haber utilizado los incendios para estimular el crecimiento de plantas silvestres como los helechos, que prosperan en respuesta a las llamas.
Aunque los incendios de los maoríes fueron más pequeños que los que están destruyendo la selva amazónica, aún tuvieron un efecto importante en la atmósfera. ¡La Antártida, después de todo, está a miles de kilómetros de Nueva Zelanda!
Debido a esto, los hallazgos de los científicos demuestran el impacto que tenemos en el clima y la atmósfera. También sirven como recordatorio de que la contaminación causada por el hombre, incluso a pequeña escala, puede traducirse en mayores consecuencias para el futuro.
Fuentes: NYTimes, CNET, Phys.org, NOAA, Icecores.org