Todos hemos escuchado cómo la contaminación plástica ha invadido todos los rincones del mundo. Recientemente, los científicos hicieron el sorprendente descubrimiento de que los microplásticos incluso se encuentran en el torrente sanguíneo humano.
Después de analizar muestras de sangre de 22 donantes de sangre sanos, los investigadores encontraron partículas de plástico en 17 de ellos.
La mayoría de los microplásticos se clasificaron como tereftalato de polietileno (PET), que se encuentra comúnmente en las botellas de bebidas, y había rastros de polietileno, que forma las bolsas de plástico.
Aunque se desconocen los efectos químicos exactos de los microplásticos en nuestros cuerpos, está claro que las crecientes cantidades de plástico en nuestro entorno podrían representar un riesgo para las células humanas en el futuro.
¿Qué son los microplásticos?
A menudo pensamos en el plástico como un contaminante bastante obvio: desde bolsas de plástico que contaminan los océanos hasta botellas y paquetes de refrigerios que ensucian los hábitats naturales. Sin embargo, menos observadas e igualmente peligrosas para el medio ambiente son las partículas de plástico que son imperceptibles para el ojo humano.
Los microplásticos se definen oficialmente como piezas de desechos plásticos que tienen menos de cinco milímetros de longitud y se clasifican en dos categorías principales: primaria y secundaria.
Los minúsculos plásticos que se encuentran en los productos fabricados comercialmente, como las partículas de los cosméticos o las microfibras que se desprenden de la ropa, se conocen como microplásticos primarios. Mientras tanto, los microplásticos secundarios incluyen residuos plásticos de la intemperie y la descomposición de plásticos más grandes por factores ambientales como la abrasión por olas/viento o la radiación del sol.
Al igual que con los plásticos de tamaño normal, los microplásticos pueden tardar cientos de años en degradarse por completo. Durante este tiempo, pueden causar daños irreparables a los ecosistemas, como ser consumidos accidentalmente por animales marinos o llegar al agua potable.
Crédito de la imagen:openition.org
Los microplásticos están en todas partes
Los microplásticos nunca se consideraron una amenaza significativa para la atmósfera hasta que estudios recientes comenzaron a revelar cuán frecuentes son estas pequeñas partículas en los cielos. Por ejemplo, los científicos descubrieron recientemente la presencia de microplásticos en la Cordillera de los Pirineos en Europa, que se presume llegaron por lluvia o nieve.
La baja masa de microplásticos los hace particularmente susceptibles a ser transportados por el aire, razón por la cual pueden viajar cientos, incluso miles, de millas desde su origen. También son propensos a propagarse a través de las aguas residuales, los océanos e incluso el suelo.
Las partículas de plástico que se soplan y arrastran al aire tienen el potencial de afectar la calidad del aire y la formación de nubes. De hecho, un exceso de microplásticos en el aire podría formar nubes artificiales que tienden a quedarse más tiempo que las nubes que se forman naturalmente.
Dado que los microplásticos dominan el aire que respiramos, también existe una creciente preocupación de que puedan afectar los pulmones y el sistema respiratorio humanos. El nuevo estudio permitirá a los científicos comprender mejor los impactos en la salud humana y es un recordatorio de la necesidad urgente de encontrar otras alternativas al plástico.
Fuentes: Guardian, Yale, NatGeo, ScienceAlert