Recientemente, Francia se convirtió en el primer país en considerar acciones legales contra la industria de la moda rápida.
La Cámara Baja del Parlamento aprobó por unanimidad un proyecto de ley dirigido a esta industria, conocida por sus precios extremadamente bajos y su rápida producción.
Echemos un vistazo más de cerca al impacto que la moda rápida tiene en el medio ambiente y cómo los legisladores franceses se enfrentan a la industria.
El costo real de la moda rápida
La moda rápida despegó en la década de 1970, cuando las marcas comenzaron a subcontratar la fabricación para reducir costos. Trasladaron la producción de Estados Unidos y Europa a Asia, donde la mano de obra era más barata: a los trabajadores se les podía pagar hasta 20 veces menos.
Además, la producción industrial no tenía que cumplir con las regulaciones ambientales, que a menudo eran menos estrictas o inexistentes. Antes del auge de la moda rápida, las colecciones de ropa se lanzaban cuatro veces al año.
En la década de 1990, la moda rápida comenzó a dominar y empresas como Zara, Gap y H&M producían decenas de miles de prendas nuevas al año. Recientemente, empresas chinas como SHEIN y Temu lo han llevado a otro nivel, ¡produciendo más de un millón de prendas al año!
Este ritmo acelerado tiene graves impactos ambientales además de los abusos y la explotación laboral. En conjunto, la industria de la moda constituye el 10% de las emisiones globales de carbono. La confección de ropa también consume enormes cantidades de agua. Según las Naciones Unidas, la industria contribuye con el 20% de las aguas residuales mundiales. El uso de tintes y otros productos químicos contamina aún más el medio ambiente.
Para reducir costos, la moda rápida suele utilizar materiales económicos como poliéster, acrílico y nailon. Estos materiales son esencialmente tejidos plásticos fabricados a partir de combustibles fósiles. No sólo aumentan las emisiones de carbono, sino que además no son biodegradables. Cuando se arrojan a la lavadora, los microplásticos se filtran al suministro de agua y a los océanos.
La industria también fomenta una cultura del descarte, en la que la ropa se desecha en los vertederos después de unas pocas puestas.
¿Qué propone Francia?
En primer lugar, habrá un cargo por cada prenda vendida, a partir de 5 euros y potencialmente aumentando a 10 euros en 2030. Esta tarifa puede ser hasta la mitad del precio de la prenda. Los ingresos apoyarán empresas sostenibles y financiarán campañas públicas sobre el cuidado de las prendas y la gestión de residuos.
En segundo lugar, se prohibirá la publicidad de moda rápida y las empresas deberán revelar a los consumidores el impacto medioambiental de sus productos.
Aunque el proyecto de ley fue aprobado por el parlamento inferior, aún necesita la aprobación del Senado. Si se convierte en ley, podría apoyar significativamente las prácticas de moda sostenible.
Una llamada a la acción
Mientras esperamos que estos cambios entren en vigor, podemos marcar la diferencia en nuestras elecciones de moda. Abandonar la moda rápida, cuidar nuestra ropa y reutilizar o donar prendas viejas son pasos que todos podemos tomar para reducir nuestro impacto en el planeta.
Francia apuesta por la moda sostenible; Ya han destinado 154 millones de euros para reembolsar a los consumidores las reparaciones de ropa y han propuesto a la Unión Europea prohibir las exportaciones de ropa usada para disminuir el desperdicio y responsabilizar a la moda rápida.
Entonces, ¿qué hay en tu armario? Al elegir opciones sostenibles y cuidar lo que usamos, podemos ayudar a cambiar el rumbo de la moda rápida.
Fuentes: Guardian, BBC, EuroNews, Time, The Conversation, CNN, Britannica, The Atlantic